
- ESCRITOS -
VÍCTOR MANUEL
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EXISTENCIANÁLISIS
O
SITUANÁLISIS EXISTENCIAL
El ‘Situanálisis Existencial’ sólo debería ser aplicado a quienes dicen no creer en los dioses y en el absoluto. Bien podría aplicarse a quienes defienden la existencia ontológica de los dioses, pero solo con el objetivo de problematizarles su situación en el mundo, provocando en ellos principalmente un efecto de rechazo implícito o explícito.
Como método catártico solo podría ser efectivo en el caso de los primeros, mientras sigan experimentando el gozo del situanálisis.
Es el ‘gozo’ el término más certero para referirse a la experiencia situanalítica existencial, puesto que el gozo es un sentir en vaivén que transita entre el sentimiento de felicidad y tristeza, entre la esperanza y la fatalidad. El gozo se define aquí como un sentimiento que deviene entre el placer y el dolor, puesto que en muchas ocasiones el placer mismo es atravesado o visitado por el dolor, provocando así un acrecentamiento del disfrute.
En el momento en que el situanalizado experimenta más dolor que placer, el situanálisis puede ser interrumpido o desechado por él, debido al agotamiento existencial que le provoca. Si es desechado el situanálisis, es probable que el mismo sea subestimado como negativo. De cualquier manera, tanto para el situanalizado como para el situanalista considerarán que el situanálisis existencial fue fallido, aunque las razones de dicho fracaso sean diferentes.
En el caso en que el situanálisis sea interrumpido, se puede continuar con el de manera aceptable, solo por el hecho de que el situanalizado así lo considere. De cualquier manera, el situanálisis existencial en tanto aprehensión de mundo, no tiene por objeto “curar” al situanalizado, por el simple hecho de considerar imposible “la cura” (a como la tradición concibe la noción de “cura”).
El situanálisis existencial desconfía de la noción de “cura”, porque ella presupone la “enfermedad” y, aunque no se puede negar la enfermedad existencial, puesto que todos estamos enfermos, dicha enfermedad es vivida y soportada por cada quien. En el momento en que no puedo soportar mi enfermedad o no puedo llevarla sin el apoyo de nadie, buscaré la ayuda del situanalista si mis condiciones existenciales y situacionales me lo permiten.
El situanalista también está enfermo, pero convive bastante bien con su enfermedad, lo que le permite ayudar a quienes están más enfermos que él.
También es posible que la enfermedad del situanalizado infecte una de las tantas heridas del situanalista por lo que el situanálisis existencial se da por fallido, se interrumpe o continúa con otro situanalista.
Un situanálisis existencial llevado a buen puerto, es aquél que concluye satisfactoriamente por consideración del situanalizado, lo que no significa que no pueda abrirse otro situanálisis con el mismo situanalizado, puesto que la vida no acaba hasta la muerte. Mientras se esté con vida, nuestra existencia es como un barco que viaja, y en ese viaje habrá siempre nuevas experiencias, dolor, soledad, tristeza y cuantas emociones surjan en ese navegar, y puede que después de ese viaje se necesite de una nueva purgación existencial de la emociones para llegar a buen puerto. A otro puerto, porque siempre habrá otro puerto, nunca será el mismo. Recordando la sentencia de Heráclito, el ser humano nunca se baña dos veces en el mismo río. Primero, porque las aguas están siempre en movimiento el río nunca es el mismo. Segundo, porque ese que se baña ya no es el mismo, ha cambiado, ha envejecido, tiene nuevas heridas y nuevas aspiraciones.
El situanálisis existencial es, a como la palabra lo indica, un análisis de la situación existencial del individuo. Entendiendo que la noción de individuo asumida por esta visión de mundo es imposible entenderla sin una sociedad o una comunidad donde se viva. El individuo no es posible sin los demás. El individuo no es posible sin estar frente o a la par de otros individuos, quienes, pensados en grupo, constituyen una sociedad y a veces una comunidad. Pero es el individuo: tu o yo, quienes padecemos la felicidad o la tristeza, el placer o el dolor[1]. Pues, por más cercanos que estemos física o espiritualmente, yo disfruto mi felicidad y tú la tuya. Yo vivo mi tristeza a mi manera y tú la vives a tu modo, aunque la causa de ella sea la misma, aunque nuestra tristeza haya brotado fruto de la muerte del mismo ser amado. Este manjar que saboreo en mí boca es manjar porque yo lo digo, aunque brindemos por él. El placer es mío. Tuyo es tu placer. Éste organismo es mío. Y aunque estés a mi lecho de muerte, quien se muere soy yo. Ya tendrás tu muerte para ti solo. Te lo aseguro
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Somos seres situados. Mira a tu alrededor, ¿qué haces en este momento?, ¿hay personas cercanas u otros seres vivos?, ¿quiénes o qué son?, ¿qué relaciones tienes con ellos?, ¿son relaciones buenas o conflictivas?, ¿estás en este momento acostado o sentado?, ¿qué te lo permite o qué te lo imposibilita?, ¿hace calor o frío?, ¿es de noche, hace sol, llueve o nieva?, ¿en dónde estás?, ¿te sientes cómodo o aprisionado?, ¿por qué no has cerrado este libro? ¿Qué buscas? ¡Lo ves? ¡Ahora eres consciente de tu situación!
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El situanálisis existencial es una visión o aprehensión existencial, más cercana a una filosofía práctica que a una psicología; es una manera de concebir el mundo mientras transitamos en él, pero que tiene como puerto de partida la brevedad de la vida, el tiempo relativo que contamos para poder llevar una vida sin el mayor dolor posible. Al mismo tiempo, aboga por la libertad o por la responsabilidad que ésta implica, a la manera de los ‘existencialismos’; pero que considera que dicha responsabilidad es tal aunque no queramos asumirla como tal. No hay excusas metafísicas, tales como que ‘dios existe’ o “es mi inconsciente quien me domina”. Querámoslo o no, somos responsables de lo que hacemos con lo que han hecho con nosotros –al decir de Sartre-; porque si dios existe no podemos ser libres. La imposición de un libre albedrío es una quimera metafísica.
No es lo que pensamos, deseamos, o imaginamos posible, lo que da cuenta de lo que somos, sino más bien nuestras acciones. Los pretextos existen desde que se inventaron las excusas.
Si los dioses no existen, es verdad que estamos solos con nuestros actos. Si los dioses no existen no hay destino predeterminado. Hay condicionamiento. Obvio. Todos nacemos y vivimos condicionados por las situaciones en que estamos. Por eso el énfasis está dado en la situación, porque podemos actuar de manera diferente ante situaciones diferentes.
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[1] Aunque si compartimos una cultura existan a su vez historias culturales que condicionen y asemejen nuestro sentir respecto al dolor y al placer, etc,.