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                 Novela de Espíritu

 

La literatura de Hesse es intimista; mezcla entre acontecimientos biográficos, cuestionamientos del presente que lo abruman y aspiraciones tendientes a la construcción de su espíritu. Por diversas vías de análisis se acercan los estudiosos que pretenden develar los grandes misterios de la obra de Hesse. Típica es la descripción de sus creaciones como perteneciente al género de la Bildungsroman. Y esta descripción no está lejos de convencernos por los diversos ejemplos que presentan.

 

La novela de formación se adecuaba al propósito de la literatura de Hesse por dos razones diferentes. En primer lugar, por ser un género moderno, íntimamente ligado al individualismo y a la consiguiente centralidad del yo en la cultura moderna. En segundo lugar, por ser una forma literaria muy ligada a la tradición cultural germánica, de la que Hesse había extraído sus principios tanto artísticos como existenciales. El propio nombre del género, Bildungsroman, hace referencia a un concepto central en la cultura alemana, Bildung, que alude no tanto a una formación práctica para la vida en sociedad como a un autocultivo y desarrollo integral del individuo, en pos de metas como la perfección o la armonía (1).

 

La literatura de Hesse no solo comparte con la Bildungsroman su intencionalidad, sino que al mismo tiempo, en sí misma es consecuente con una estructura de relato propia en el resto de sus creaciones, puesto que “todas las novelas de formación que escribió a lo largo de toda su vida siguen el mismo esquema, un esquema sencillo, con elementos procedentes de los cuentos populares, como que los héroes tengan que enfrentarse a pruebas dolorosas para llegar a su meta, en este caso, la autorrealización, y plantean el mismo programa de «redención», si no estrictamente religioso, sí, al menos, con implicaciones religiosas”(2).

 

Sin embargo, más que el énfasis en un tipo de ‘redención con implicaciones religiosas’, me parece que la redención es más de tipo espiritual filosófica, ya que bien conocía Hesse la diferencia entre el Tao y el Taoísmo -como religión; entre la filosofía de Buda o el “Budismo” -como religión. Hesse se ‘re-conocía’ como un espíritu libre ajeno incluso a los dictados religiosos. Sus personajes principales son más espirituales que religiosos, esto si queremos precisar que lo espiritual trasciende a lo religioso, a pesar de su cercanía incluso con los elementos mágicos y místicos que nos llevan desde Demian a El Juego de los Abalorios.

 

Volviendo a los antecedentes que constituirían la Bildungsroman alemana, es relevante la separación conceptual entre el homo internus y el homo externus que rodea las letras alemanas. “Como planteara el sociólogo e historiador de la época de Weber, Ernst Troeltsch, Lutero era el prototipo de hombre de la Bildung, volcado como estaba en su propio desarrollo como homo internus y mucho menos interesado en su dimensión social, la del homo externus que se ocupa de las cosas mundanas”(3).

 

Y a lo que a la  novela de formación alemana se refiere, en tanto sus características fundamentales “también consideraba Troeltsch que la Bildungsroman, al mismo tiempo autobiografía y confesión, representaba a la perfección la tendencia alemana a la autoabsorción, a la introspección y el ensimismamiento (Versenkung), que, a su vez, se hallaba íntimamente ligada a la cultura pietista, de la que deriva ese subjetivismo espiritual tan característico”(4).

 

Pero hay que decir que si bien la Bildungsroman tiene como características elementos biográficos confesionarios tendientes a la autoabsorción, a la introspección y el ensimismamiento, también encontramos esas características en las novelas de Dostoievski, en el Diario de un Seductor del filósofo Danés Søren Kierkegaard y en las obras de Nut Hamsun, ejemplo de ello en su novela Hambre. Lo que significa que no es una propiedad exclusiva de la Bildungsroman alemana. Sí podría ser que dichas características compartidas entre la novela expresionista y la novela existencial rusa deban algo a la cultura pietista.

 

Al mismo tiempo se hace importante decir que desde el enfoque de la influencia literaria y de contenido de las letras alemanas sobre Hesse “Hay que entender que Hesse, además de decantarse por la Bildungsroman como forma literaria propia para dar forma a sus inquietudes y sus historias en gran parte autobiográficas, seleccionó aquélla que era más afín a su concepción de la Bildung: la más romántica y extramundana”(5).

 

Nos topamos acá con un análisis más profundo respecto a las distinciones conceptuales entre dos tipos de Bildungsroman, importante de precisar para poder recalcar cuál de ellas influye más en la obra de Hermann Hesse.

 

Es importante esta precisión porque en la obra de Goethe, el fundador de este género, se encuentran dos modalidades de novela de formación. Un primer modelo, que se corresponde con su etapa romántica —la del Werther— y da lugar a  Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister, plantea la formación como un proceso de autodespliegue del individuo desde dentro, entendiendo a cada individuo como una mónada leibniziana y como microcosmos que contiene el mundo en su totalidad, como explica José M. González García. La segunda forma que adopta la Bildungsroman en Goethe, coincidiendo con su última época, más mundana y burguesa, tiene como ejemplo más reconocible Los años de andanzas de Wilhelm Meister y plantea la formación de una manera menos fáustica, ya que el joven debe renunciar a la personalidad total en aras a la adaptación a la sociedad y a la autorrealización a través de una profesión: el  Kulturmensch da paso, como señala González García, al Fachmensch, al hombre especializado que ocupa su lugar en la sociedad burguesa (6) .

 

Los personajes principales de las obras de Hesse –y se podría decir que también él mismo–han elegido la realización espiritual de sí mismos. Esto al menos se puede encontrar en la mayoría de sus obras, lo que quizás no es tan claro en El Lobo Estepario. Harry busca algo, quizás no la realización de sí mismo, pero sí sentidos para no matarse. Busca al menos una reconciliación entre el caos de sus almas contrarias; y esto a pesar del enfoque de Martínez Sahuquillo que asegura:

 

Si el burgués prototípico se realizaba en la profesión y se medía con arreglo al baremo de los logros obtenidos, el héroe de Hesse, un antiburgués confeso, no aspira a validarse mediante obras, como tampoco ha de pasar pruebas de competencia social; en todo caso, se somete a pruebas heroicas de superación espiritual pero, sobre todo, lo que busca no está en el exterior, sino en el interior: se busca a sí mismo, está en peregrinaje perpetuo hacia el propio yo y aspira a comprender y expresar aquello que va encontrando mientras ausculta su alma (7).

 

No es tan claro que Harry Haller “se somete a pruebas heroicas de superación espiritual”, aunque sí lo es que realiza un peregrinaje hacia sí mismo o a lo que cree que es el “sí mismo”. “He ahí que sus héroes, los protagonistas de sus novelas y alter egos del autor, vivan hacia adentro, apartados del mundo, y siempre ocupándose de sí mismos; como dice Sinclair en Demian: «Siempre estaba ocupado conmigo mismo, siempre conmigo mismo (Ich warimmer mit mir selbst beschäftigt, immer mit mir selbst)»(8).

 

En El Lobo Estepario hay un giro existencial más pesado que coquetea casi con el pesimismo, si lo comparamos con sus obras precedentes. Ahí no estará tan claro lo que es el “sí mismo”, y es esto lo que pretendemos hacer ver desde la óptica de análisis que se aplicará a su obra más oscura. En el Lobo Estepario hay una escisión existencial que Hesse buscará reconciliar en su última obra El Juego de los Abalorios. Que lo logre es otra cosa, y al menos en este ensayo no pretendemos precisar.

 

Como últimas palabras respecto de la novela de formación, es menester subrayar que  puede resultar un poco exagerado reducir la influencia literaria sobre Hesse a la Bildungsroman, aunque bien podría ser esta forma literaria la predominante en su intencionalidad creadora. Desde otro horizonte, bien se podría creer otra cosa, sin dejar de lado lo intimista. Cuando el sentimiento de lo íntimo subyace entre el lector y la obra, la carga de ese sentido que dota de vida a la creación es dada por el lector.

 

Regreso a Hesse cuando he optado conscientemente por una vida ociosa. Y no hablo del significado vulgar que dicho vocablo ha tomado en la actualidad, concebido como vagancia o pérdida de tiempo. Hablo del ocio en sentido original a como lo entendieron los griegos, es decir, esa actividad encaminada al enriquecimiento íntimo espiritual. Quizás, en este sentido, la aprehensión del ocio constituye el tiempo necesario para producir una Bildungsroman, lo que significa que esta novela de formación no es la causa, sino el efecto de una intencionalidad más íntima. Dar a luz una Bildungsroman es con el objetivo de compartir una “buena nueva” con los otros, para que busquen el camino de su propia formación personal; pero el ocio está en el origen, y bien podría quedarse ahí sin necesidad de compartir su fin. En primer lugar, cada quien con su ocio. En segundo lugar, no puedo compartir una felicidad sin abrigarla primero en mí.

 

Más que en la novela de formación, el llamado al cultivo de sí mismo se encuentra como principio fundamental en las filosofías más antiguas, en Buda, Lao-Tzé, Confucio y Sócrates, entre los tantos pensadores que bien conocía el propio Hesse. La Bildungsroman también bebe de ellos.

 

Una característica también importante de la literatura hesseana, yace en la profundidad de la crisis existencial de sus personajes, lo que no necesariamente tiene que ver con “el cultivo de sí mismo”. La crisis existencial se padece. Se quiere salir o librarse de ella, pero principalmente se padece. Y es aquí cuando la tradición rusa a través de Dostoyevski y la nórdica a través de Kierkegaard y Hamsun, se hacen patentes en la sensibilidad literaria de Hesse. Bien se podría hablar entonces de una literatura expresionista existencial.

 

* Víctor Manuel AD: https://drive.google.com/file/d/0B1L7nE4g1rGEMHlxanlENUY1VHp1ODFjdE15TGxPdHZPb1Y4/view

1. Martínez, Irene: La novela de formación de Hermann Hesse como testimonio de una identidad yuna filosofía de la vida: la construcción del outsider en El lobo estepario. UNED. Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, Historia Contemporánea, 2011, t. 23, 2011, p. 8: http://revistas.uned.es/index.php/ETFV/article/viewFile/1575/1457

2. ídem; p.14.

3. ídem; p.9.

4. ídem; p.9.

5. ídem; p.11.

6. ídem; p.10.

7. ídem; p.11.

8. Ibídem; p.11.

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