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FICCIONEMOS

¡Claro que puedo mentirte! Y puedo también mentirme, respecto de lo que siento, y decirme que la vida tiene sentido, pero siento que sentido no tiene la vida, y que precisamente ficcionamos que la tiene. Pero  ponme atención a lo que digo: ¡estoy diciendo que “ficcionamos”!, es decir,  que mentimos, porque la verdad es que no hay tal sentido (a priori).

Efectivamente la vida tiene un valor mientras vivimos, pero si nos suicidamos es porque este valor ha desaparecido. No se sostiene más. Así, cuando llevo una vida desbocada que me mata poco a poco, es porque el valor –a pesar de que lo hay-  no lo es tanto, y es más cercano al desprecio de la vida; mas este desprecio es un disvalor de reproche por no tener –por las razones que sean-  una mejor vida.

Vuelvo a lo anterior. He dicho que “ficcionamos un sentido”, no que “debemos dotarle de un sentido o un valor”, a como lo proclaman los existencialismos, cuyo enfoque, es siempre “moral”, es decir, “el deber” se olfatea por todos lados. Yo simplemente apunto que “ficcionamos”, independientemente de cualquier “deber-moral”.

Lo que hacemos, es jugar a que hay un sentido. Así, por ejemplo…jugamos.

 

 

 

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