La Derecha Pseudoizquierda
- VícTor ManueL AD
- 9 jul 2019
- 2 Min. de lectura
Si aún se cree que de las Universidades surgen las raíces de los cambios sociales, hay que decir que los docentes, en su mayoría, son prácticamente de derechas, incluso aquellos que dicen y se dicen creer ser de izquierdas.
Docentes que se ubican tácitamente en la derecha, orgullosos de serlo, facilitan el análisis histórico de los cambios sociales al interior de las academias; pero aquellos que se imaginan a sí mismo desde la izquierda, siendo en la práctica de derechas, son quienes obstaculizan el análisis para las mentes ingenuas.
Hoy día el problema de las izquierdas no remite a los anquilosados estigmas de su estirpe. En viejas ocasiones he criticado, de las izquierdas caducas, su pose adolescente y necia que se aferra a sus eslóganes y banderitas rojas que lo que hacen es recordar el terror infantil subterráneo que tiene presente que “los comunistas comen chiquitos”.
Coexiste su fe burguesa de derecha depositada en el partido y en la aristocracia familiar de los apellidos. Esas izquierdas que, a pesar de la crítica de Feuerbach y Marx a dios y a la religión, sigue yendo a misa, dispuesta a hacer pactos políticos con las religiones oficiales. Esas izquierdas mojigatas y poco valientes teóricamente que pretenden integrar a toda costa el “amor cristiano” del dios de los pobres con la revolución sangrienta. Esas izquierdas que no se atreven a enfrentar el ´tabú Marx’: sus grandes deslices, su terquedad de desear y profetizar el estallido final del Capitalismo so pena de arrastrar el presente en pro del futuro. Hay que llevar al límite al monstruo capitalista al límite para que en su gordura estalle. Situación límite dispuesta a sacrificar las vidas presentes en pro de las vidas futuras, ¿si esto no es una especie de mesianismo qué es? Visión que se advierta o no, se plantea como si existiera una recompensa teleológica final o una reencarnación asegurada.
El ‘historicismo hegeliano’, que ha infectado incluso a las mentes más despiertas, eruditas y sagaces, se sigue expandiendo como un virus que ya se siente como parte nuestra.
Ese historicismo, así como la teoría del Big Bang, es el disfraz mojigato en el que se ha mutado la creencia en dios, el destino y el determinismo. Es por eso que, esas izquierdas no se diferencian en su esencia de una visión teológica o teleológica de ver el mundo.
Izquierdas religiosas que han cambiado la obediencia antes depositada en la Iglesia por la ahora obediencia al Partido.
Izquierdas religiosas que han transmutado su adoración a dios por su servilismo a los líderes pertenecientes a una aristocracia de familias, de apellidos.
Esas izquierdas que abrigan gratuitamente docentes universitarios, guardianes de los mitos socialistas que intencionalmente ocultan que “socialismo comunista” es un socialismo más entre los otros ‘socialismos’ que los mismos Marx y Engels describieron en su ‘Manifiesto Comunista’
Esas izquierdas al servicio inconsciente de las derechas: Unos y otros reflejan la principal y ancestral estupidez humana que, aunque útil en su momento, sigue tronando como una loca necedad: La creación de los dioses y su subsiguiente creencia en ellos.

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